Las aventuras de dos europeos en Michigan. I: la entrada al país

Pues sí, ya estamos en Michigan. A pesar de lo difícil que te lo ponen los estadounidenses para entrar en su país.

El lunes por la tarde salimos de Granada hacia Madrid en bus, dormimos en un hotel, y a la mañana siguiente (bueno, era todavía de noche) al aeropuerto, tirando de las maletas por las escaleras del metro de Madrid: tres horas, en el aeropuerto, dos horas y media de vuelo Madrid-Amsterdam, más dos horas en el aeropuerto, y Amsterdam-Detroit, más de 8 horas interminables en el avión. Al llegar, tras más de media hora en la cola de inmigración y que nos tomaran las huellas, nos hicieran una foto y nos sellaran los pasaportes, cuando recogimos las maletas nos las prometíamos tan felices: ya habíamos acabado con todas las formalidades. Sin embargo, tuvimos "la fortuna" de ser seleccionados por el personal de aduana para una inspección de equipaje. Nos abrieron las maletas, nos registraron, y nos hicieron un interrogatorio de por qué íbamos a los EEUU. Incluso el oficial de aduanas me registró unos papeles que llevaba, leyó un correo electrónico que tenía impreso en el cual mi jefe de aquí me decía que iría a recogerme (lo cual llevó a otro interrogatorio de cuál era mi relación con ese profesor) y cuando vieron un mapa del campus universitario, me preguntó que para qué lo tenía, fuera a ser que me quedara para todo el curso. En fin... Tras un rato nos dejaron irnos, y espero no tener más estos problemas en futuros viajes. El caso es que los americanos cada vez están más paranoicos, pero al final ya estamos aquí.